Y ahora ¿qué?
No hay manual de crisis que solucione
esto...precisamente porque lo que falta es comunicación.
A un gran porcentaje de la población
no le sorprendió el anuncio del sábado porque había rumores que
señalaban a ese día como el del anuncio del rescate – semi
rescate – tomate – como quieran llamarle, lo importante aquí no
es el continente sino el contenido. Igual pasa con las elecciones
gallegas, con muchos recortes... ¿Desde cuándo la política
española, especialmente en cuanto a lo que afecta a la vida diaria
de los españoles, se ha convertido en el pasillo de un instituto,
con la rumorología moviendo todos los hilos sociales? ¿Es normal
que la comunicación haya pasado de enmarañada a enmascarada, y
desde ahí a escasa y finalmente a inexistente en unos cuatro años?
Cuatro años en que el mundo de la comunicación e información no ha
ido precisamente hacia atrás en cuestión de recursos...
Bueno, quizás lo de inexistente no es
del todo exacto. Toda comunicación tiene un emisor, un receptor, un
mensaje, un canal y un contexto. El problema es que el receptor (el
colectivo ciudadano) ha ido entreviendo el mensaje difuso y
contradictorio durante los últimos meses y semanas, a través de
canales fuera de lo lógico y común (por ejemplo, la prensa
extranjera, en vez de anuncios gubernamentales) y el contexto...
Digamos que los anuncios de recortes los viernes eran la antesala del
anuncio supremo un sábado, para más inri, víspera del debut de la
selección española en la Eurocopa. “Pan y circo” son las
palabras que vienen a la mente en estos momentos...
Juguemos por un momento al juego de los
“¿y sí...?”. ¿Qué hubiese pasado si hace cuatro años no se
hubiese empleado el término “desaceleración” hasta la saciedad?
Puede que una alarma social de hundimiento no hubiese sido lo más
adecuado... Pero tampoco hacía falta tanto. Una buena metáfora
sería la del alumno que hace los deberes la noche del domingo (o que
estudia el examen el último día) y se da cuenta de que le faltan
apuntes, bolígrafos y hasta folios. La situación no es desesperada,
pero sí seria. Menos que dos minutos antes de la clase / examen, eso
sí.
Aplazar las cosas hasta el último
momento será muy español, pero la eficacia es poquita.
No por no pronunciar las palabras tan
temidas vamos a ganar la partida, esto no es el tabú. Para juegos de
mesa ya nos ha llegado el monopoly. Puede que al tirar los dados del
parchís nos salga un doble seis, pero la vida real no es un juego ni
dependemos del azar. Como dije en el anterior post, ni “piedra,
papel, tijera” solucionará nada. Vamos a dejar de jugar al
escondite nosotros y al Risk Alemania. Vamos a dejar de montarnos
películas. Toca hablar claro, porque si la verdad nos hará libres,
y la libertad bien entendida conlleva inevitablemente
responsabilidad, podemos empezar a jugar limpio...y, sobre todo,
transparente.