Las
referencias a la esfera política en los Simpson son tan constantes
que casi ni prestamos atención. Desde retratos más o menos
polémicos de ciertos países a inclusiones de políticos en la trama
(por ejemplo, cuando el ex presidente George H. W. Bush se mudó al
vecindario de los protagonistas). Con la temporada número 27 a punto
de estrenarse y a un año de las elecciones presidenciales, es fácil
predecir que estas tramas “politizadas” se intensificarán.
Desde
mi perspectiva, hay un capítulo que es enormemente representativo de
la vida política y el contexto social del momento en que fue emitido
(enero de 2008, en plena recesión económica y con un electorado que
en unos meses votaría por el cambio, haciendo historia con la
victoria de Barack Obama) y merece un análisis en profundidad. El
título “E. Pluribus Wiggum” es un guiño al clásico lema de
Estados Unidos, “E Pluribus Unum”, siendo ya un avance de lo que
nos vamos a encontrar.

El
episodio comienza con un McGuffin:
Homer Simpson destruye accidentalmente el barrio de comida rápida.
Esto nos lleva a una asamblea en la que los ciudadanos enfurecidos
demandan que se vuelva a reconstruir. Destaca el discurso de Homer
con música épica de fondo que constituye una parodia clara de los
discursos patrióticos y conmovedores a los que el público está tan
acostumbrado. La forma coincide, el fondo, sin embargo, es mucho más
vulgar y carente de la pretendida heroicidad subyacente en este tipo
de arengas: “No sé ustedes pero yo no quiero vivir en un futuro en
el que la comida me la sirvan camareros, donde las sillas no estén
unidas a las mesas y donde no pueda abandonar a mis hijos en una
piscina de pelotas sucias. Construiremos un barrio de comida rápida
más grande y mejor que antes”.

Con el alcalde explicando el dinero
que eso costaría, encontramos referencias a la situación económica
(recordemos que este episodio fue emitido en Estados Unidos en enero
de 2008, año que se iniciaba con una gran crisis crediticia). Las
reacciones de los asistentes a la asamblea son un buen resumen de las
actitudes que habían llevado a muchos países a esa recesión:
Dr.
Hibbert – Para recaudar hay que emitir bonos
Lisa
– ¿Y no pagará las consecuencias mi generación?
Bart
– No idiota, lo resolveremos emitiendo otros bonos, a ver a quién
le carga el muerto ella (señala a Maggie, quién mira al asiento de
su lado con intención de, una vez más, desviar la responsabilidad,
pero lo encuentra vacío).
Como
consecuencia a todo esto, se adelantan las primarias siguiente
martes, convirtiéndose en las primeras del país, antes que las de
New Hampshire (estado en dónde tradicionalmente se celebra la
primera de las 50 elecciones primarias, por lo que los resultados, si
bien no son determinantes, si tienen una cierta influencia debido al
efecto multiplicador de la cobertura electoral por parte de los
medios, dado que resulta la primera medición electoral). Esto hace
que una horda de medios de comunicación de dirijan a Springfield con
la intención de medir la opinión pública para tratar así de
predecir las tendencias de cara a las demás elecciones posteriores.
Tal como expresa el periodista estrella de la serie (y prácticamente
el único) Kent Brockman, “nuestra modesta ciudad ha sido invadida
por candidatos, corresponsales, portavoces, escritorzuelos,
publicistas, articulistas, cronistas e incluso algún votante
ocasional”.
El
anuncio de las primarias en Springfield no puede ser más paródico
respecto al patriotismo americano, mostrando a un águila calva
disponiéndose a emitir su voto y emergiendo triunfante para dejarnos
un fundido a negro con la tradicional pegatina “I voted”. En la
lista de votantes también aparecen el Tío Sam y la Estatua de la
Libertad.
Encontramos
también una referencia a la situación del periodismo “de letra
impresa” en una conversación entre Nelson y Skinner. El primero se
burla de un redactor del Washington Post diciendo “¡ha ha, la
prensa escrita se muere!”. Cuando director del colegio le replica,
Nelson contesta “¡pero es así!, a lo que Skinner responde “ser
sincero no es ser cruel”.
Se
nos muestra a continuación una encuesta cualitativa a través de un
grupo objetivo compuesto entre otros por Homer, Barney, Lenny, Carl y
el padre de Milhouse. Esta selección ya nos transmite la escasa
aleatoriedad del sistema si consideramos que cinco de las ocho
personas que lo conforman tienen la misma edad y tres de ellos
trabajan en el mismo sitio. Estos sujetos son expuestos a anuncios
electorales. Se presenta a un ex gobernador al que Homer dice que
votará nada más oír su primera promesa, lo cual conforma una
crítica al poco criterio de algunos votantes que escogen sin saber
realmente quién y cómo es su candidato, lo cual se reitera cuando
se arrepiente al escuchar un par de datos. En ese anuncio se hace
referencia a la defensa del país que contrasta con la presunta
amistad del candidato con un líder terrorista . Esta relación se
basa en que artículos sobre ambos aparecieron en el mismo número
del New York Times, aludiendo así a las críticas cogidas con
alfileres transformadas en hechos y presentadas de la manera más
sensacionalista. Aquí encontramos un reductio ad absurdum
cuando en vez de publicar una foto de ellos juntos se enseña un
fotomontaje de ambos tomando un batido con dos pajitas rodeados de
corazones. Las opiniones del grupo siguen evidenciando la crítica a
la ausencia de información contrastada y opinión formada de los
ciudadanos: Lenny afirma “a mí me gusta todo pero me horroriza”
a lo que Carl responde “yo opino lo contrario pero lo mismo”.
Homer exclama que es el mejor anuncio de batidos que ha visto, lo
cual prueba cómo el espectador se queda con lo anecdótico,
tendencia muy aprovechada en el periodismo en general y en la crónica
política en particular; por ejemplo, mucha gente asociará el debate
Nixon – Kennedy por la ausencia de maquillaje del primero y sin
embargo no será capaz de recordar nada de lo que allí se habló.
Después
observamos un debate marcado por el uso indiscriminado de cifras y
terminología incomprensible para el votante de a pie. A veces las
frases ni siquiera tienen sentido en sí mismas (“el quintil mayor
de la población consume el 60% de los recursos del país mientras
que los dos quintiles menores consumen una octava parte”).
Se
nos ofrece también una vista de los jardines delanteros de un
vecindario, plagados de carteles electoralistas. Vemos al propio ex
presidente Clinton poniendo uno de su esposa. En ese momento se
enfoca la casa de los Simpson, dónde se puede leer la palabra
“undecided”. Esto provoca una avalancha de periodistas y
políticos que se lanzan a por los indecisos (exagerada en las
imágenes con helicópteros e incluso elefantes, los cuales
simbolizan al Partido Republicano). Los candidatos se sacan fotos con
la familia (trinchando un pavo, un estereotipo americano más que
alude al Día de Acción de Gracias) mientras recitan cortos
eslóganes fuera de contexto: “Valores familiares”,
“”desaparición de la clase media”, “recorta y corre”, “los
terroristas ganan, los terroristas ganan”...

A
continuación vemos a un grupo reunido en el bar de Moe expresando lo
hartos que están de la invasión y critican la frívola cobertura
electoral alegando que los periodistas “no hablan de los temas
cruciales, solo quieren nombrar un favorito y volver a sus
mansiones”. También en el colmo de la exageración se escuchan
críticas a la democracia e incluso se exalta jocosamente el régimen
de Juan Perón porque “cuando te hacía desaparecer desaparecías
para siempre” y “estaba casado con Madonna”. Este último
comentario vuelve a subrayar la denuncia de la supuesta ignorancia de
los votantes que no saben distinguir la historia real de una
película. Además, el hecho de presentarle como dictador y acusarle
de desapariciones ha hecho que políticos argentinos hayan pedido la
prohibición de la emisión de este capítulo de la serie. No
obstante, pese al hartazgo y las críticas al sistema y a las
molestias causadas a Springfield, Ned Flanders declara “no podemos
no votar, nadie hace eso”, aun cuando las tasas de participación
electoral en Estados Unidos no eran tan altas como en otros países,
y menos en unas elecciones primarias en la época de emisión del
episodio (enero de 2008). Sin embargo, unos meses después de
batirían records en las elecciones generales que dieron la victoria
a Barack Obama, con un 64,1% de participación, la cifra más alta
desde 1908.
En
esta reunión se decide presentar a un candidato “increíblemente
ridículo”, a modo de protesta contra el sistema. Así, de esta
manera los electores de Springfield rechazan a los principales
postulantes a favor de la aparición de una candidatura de última
hora que contaba con el apoyo del 53% del electorado. Este nuevo
postulante no era otro que Ralph Wiggum, un niño de ocho años, con
lo que Homer, impulsor de la idea, se jacta diciendo “lo que he
dicho ha hecho que pase eso de la tele” mientras su familia se
mostraba horrorizada.
El
absurdo de que tenga ocho años y no esté adscrito a ningún partido
político (dado que incluso sería ilegal que se votase a sí mismo)
es obviado por todos menos por Lisa. Esta candidatura es tomada en
serio y discutida tanto en televisión como a pie de calle,
tratándole como un candidato perfectamente elegible y legítimo. Con
el personaje más ridículo se nos evidencian las manipulaciones a
las que se someten las declaraciones de los candidatos, presentando a
un Ralph asustado ante un mar de micrófonos diciendo “esa gente me
da miedo” como su reacción ante la inmigración o dibujando su
política económica con una imagen del mismo contando unas monedas
de su hucha y declarando “solo tengo este dinero”.

Lisa
se muestra muy preocupada por el tema y su madre intenta
tranquilizarla diciéndole que debe tener fe en la sabiduría del
elector medio. Esto resulta chocante dado que unos segundos antes la
propia Marge se creía por completo un anuncio del periódico en el
que un concesionario intentaba liberarse del stock sobrante. Homer y
Bart, por el contrario, se muestran entusiasmados con la candidatura
de Ralph y le apoyan, llevando incluso camisetas propagandísticas.
Bart presume de que este le dejará ser secretario de Asuntos
Gamberros, lo cual es el realidad la primera propuesta que se oye por
parte del candidato, por ridícula que sea. Cuando Lisa explica que
Ralph no puede ser presidente dada su lentitud y su escasa
inteligencia Homer le replica que ser presidente es fácil “solo
tienes que decirle al ejército que dispare”. Recordemos que la
emisión de este capítulo tuvo lugar durante el ocaso del gobierno
de George Bush y que las tornas estaban a punto de cambiar, por lo
que en la conciencia americana del momento estaban muy presentes las
actividades bélicas promovidas por el entonces presidente y el
descontento seguía extendiéndose, como se demostraría en noviembre
de ese mismo año en las urnas. También se incluyen referencias al
Acta Patriótica y se quita importancia a las intromisiones en la
intimidad que pueda ocasionar e incluso se la venera en detrimento de
la propia Constitución (según la cual Ralph no podría ser
presidente).

Son
muy interesantes los retratos pretendidamente estereotipados y
paródicos de los partidos Republicano y Demócrata que se nos
ofrecen a través de sus reuniones en Springfield (en las que
discuten cómo hacer que Ralph se una a sus filas y sea su
candidato). Entre los representantes republicanos se encuentran
Montgomery Burns, la esposa del Reverendo Lovejoy (única mujer), el
mafioso Tony el Gordo, el actor de acción McBain, el doctor Hibbert,
un empresario petrolero texano y el vampiro imagen de una marca de
cereales. Su reunión tiene lugar en un castillo fantasmagórico en
medio de una noche de tormenta y en ella se escuchan críticas al
presidente Bush y referencias veladas a las presunto fraude electoral
de Ohio. La reunión de los demócratas de Springfield, por el
contrario, tiene lugar en un supermercado ecológico y sus
representantes son un gay, un inmigrante (el “Hombre – Abeja”
mexicano), tres mujeres (entre las que se encuentra la hermana
lesbiana de Marge) y el eterno alcalde de Springfield (el cual ha
sido siempre una parodia de Bill Clinton). No está exento de crítica
este bando, ya que además de los estereotipos se dice que teniendo a
Ralph en sus filas no saben cómo la van a fastidiar pero lo harán
“porque es lo que hace siempre el partido demócrata”.
Finalmente
ambos partidos se congregan ante la puerta de Ralph con el fin de
convencerlo de que se una a ellos. Ante la indecisión del candidato
se intenta sacar de contexto de nuevo cada una de sus palabras a fin
de arrastrarlo a un bando. Ante el acoso de partidos y medios, el
niño se encierra en casa y Lisa acude a defenderlo de aquellos que
han entrado por las ventanas. Habla con él para que entienda que
solo quieren utilizarle y entonces Ralph explica que quizás sea él
quién quiere utilizarles a ellos “para que el país vuelva a ser
grande. Cuando nos enfademos solo usaremos la palabra, entonces el
resto del mundo será majo con nosotros”. Poner la política del
diálogo y antimilitarista en boca de un niño como único abanderado
de esta defensa pacífica de las relaciones internacionales y la
mejora de la imagen de Estados Unidos es el gag final de esta
comedia, evidenciando que “los mayores” están corruptos y no hay
esperanza sin “sangre nueva”. Precisamente ese voto por la
renovación fue lo que acabó pasando meses después, si bien las
cosas no fueron tal como Ralph predijo, porque el mundo siempre es
más complicado de lo que parece en la mente de un niño de ocho
años, pero quizás la lección que pretende transmitir este episodio
es que a través de los ojos inocentes es como se ven las soluciones
menos problemáticas y que existen todavía feudos no corruptos y
esperanza en las nuevas generaciones.
En
un final del todo surrealista Ralph se presenta como unión de ambos
partidos y en su spot electoral se resume su esencia: “Solidaridad,
firmeza, curiosidad. Palabras que Ralph Wiggum desconoce, pero no
necesita conocerlas: las vive a diario”. El propio candidato,
sentado sobre las rodillas de la estatua del Presidente Lincoln,
habla al final del anuncio (como si estuviese pidiendo sus regalos a
Santa Claus): “Quiero un triciclo, un perro que no muerda mis
juguetes y un futuro más brillante para mi país. Soy Ralph Wiggum y
he sido un niño muy bueno”.
¿Qué
nos deparará la próxima temporada electoral en la serie? ¿Y en la
realidad? Esperemos que los espectadores y votantes no se queden con
el anuncio de batidos y que los candidatos no tengan que sentarse
sobre Santa Claus para declarar que han sido niños buenos.