Uno de los casos más conocidos es la Revolución Francesa, pero no fue el primero ni el último. La historia está llena de ejemplos de países que han reclamado sus derechos en la calle. España posee ejemplos recientes de movilización, como “Nunca Máis” o “No a la Guerra”.
Pero ¿por qué han de ser causas trágicas las que inspiren a la gente y les hagan levantarse de su aceptación de cualquier tipo de situaciones? ¿Qué es lo que hace saltar la chispa, tras años de opresión?
Si bien “desde arriba” se oprime en mayor o menos medida en muchas ocasiones, hoy, como en otros episodios de la historia, ha quedado claro que es posible cambiar la situación entre todos.
En la actualidad esto puede ser más fácil que nunca, gracias a los nuevos medios. Organizar a las masas se puede hacer desde casa con solo unos caracteres de twitter o la creación de eventos en facebook. Las manifestaciones tras el 11-M o incluso la campaña de Obama han demostrado como el “boca a oreja” a través de internet o de los mensajes de móvil hace aumentar exponencialmente la asistencia, así como el apoyo, ya que no es lo mismo que te movilice un líder de opinión, por muy líder que sea, que un amigo.
En cualquier caso, el mundo deber aprender que ninguna situación es irremediable ni ha de aceptarse “porque es lo que hay”. Los ingredientes: resolución, sentido de la justicia y confianza en el poder de la gente. Se mezcla todo, se caldea con apoyos mediáticos (y del ejército si hiciera falta) y en un tiempo variable según la circunstancia obtenemos un resultado. El número de comensales es la totalidad de la población que se beneficia de sus derechos.
Una dictadura no es solo un régimen político concreto; una dictadura puede ser cualquier tipo de imposición injusta y el mismo derecho tiene la población para salir a la calle (literalmente o no) y hacerse oír. Si no hablas, nadie escuchará.
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