viernes, 29 de abril de 2011

Las banderas rosas

Sabemos que los británicos, en términos generales, son muy aficionados a la Familia Real y a todos sus acontecimientos... Cosa bastante curiosa si tenemos en cuenta que la mayoría de noticias con un mínimo grado de escándalo o polémica han saltado a través de la prensa amarilla (que en España es rosa, pero no es momento ni lugar para explicar ni analizar el motivo de esta divergencia cromática). Allí, al contrario que en España, no existe una protección legal tan extrema a la Corona, por eso han pasado cosas que aquí ni se concebirían, como la publicación de aquellos mensajes que el Príncipe Carlos enviaba a su entonces amante, ahora esposa. En fin, los británicos están acostumbrados a celebrar o criticar cada paso de la realeza, es parte de su sociedad y así será, al menos por el momento.
Pero ¿qué pasa en España? ¿Cómo es posible que en un país en el que el índice de republicanismo parece aumentar, especialmente en las nuevas generaciones, se estén publicando multitud de reportajes y se retransmitan programas especiales sobre una boda real que ni siquiera es de este país? ¿Y por qué del Reino Unido, y no pasa con cada boda real extranjera? ¿Vende más que el futuro rey (muy probablemente, porque no sé qué futuro como portador de la Corona le puede esperar a Carlos), hijo de Lady Di, que se ha convertido en leyenda pagando un precio muy caro, se case con una plebeya que es además su amor de la universidad? Probablemente. A todo el mundo le gustan los cuentos de hadas, dentro de todo el mundo parece haber un príncipe que se casa por amor y una niña que sueña ser princesa, por mucho que cambien los tiempos. Da igual que se presuma de republicanismo, que aumenten los ataques y manifestaciones contra la Corona en España, si hay final feliz en algún sitio, dejan de importar las ideologías. Ni la bandera española oficial ni la republicana tienen color rosa, pero parece que es el que más vende.  



Y puestos a vender, T-Mobile se apunta al carro con este vídeo:




miércoles, 27 de abril de 2011

Madrid - Barça: Hay esperanza


Puede ser que gane uno, que gane otro, que se lesionen cuatro o que metan siete goles (no voy a entrar en el tema de las tarjetas, como se demostró el otro día, los árbitros tiene que llevar más tarjetitas que un empresario autónomo).

Pero la esperanza de la que hablo no va de eso, no es blanca ni blau-grana. La esperanza a la que me refiero podría ser, si hubiese que colorearla, roja y amarilla. No me estoy refiriendo a la bandera en sentido patriótico, sino al país al que representa, como sociedad.

“Pan y circo”, desde Roma hasta nuestros días. Crisis, cambio climático, corrupción, unas elecciones municipales a menos de un mes vista... Pero cuando empieza el partido a los españoles se nos olvida todo. El país gira en torno a los pies de Iniesta (bueno, hoy no precisamente) y las manos de Casillas, por poner dos ejemplos patrios. Todo el resto ya da igual. Qué fáciles somos de contentar.

Pero yo veo un rayo de esperanza, puede que sea verdad que las malas noticias son oportunidades disfrazadas, en este caso, oportunidades de creer en un cambio (lento, pero posible). Las palabras de Piqué hace unas semanas (“Españolitos, os vamos a ganar la copa de vuestro rey”) suscitó olas de comentarios no tanto monárquicos como anti (y pro, que también se defendían) catalanistas. Tendrá que ver o no, será lógica o no esa extrapolación de temas, pero al menos la polémica afirmación (que finalmente no fue tal) de Piqué hizo que, a causa del fútbol, los españoles debatiesen temas políticos.

Puede que no sea el tema ni la mejor manera (ya que sumar política y fútbol es una operación con alto riesgo de suscitar fanatismos) pero si a través del “pan y circo” los españoles no olvidan la realidad de fuera del campo, al menos sabemos que hay esperanzas.