viernes, 6 de mayo de 2011

Amor político

En política no hay demasiados corazones rotos, lo que abunda es el amor ciego. Los votantes fijos, aquellos que constituyen el suelo electoral, son como la mitad de un matrimonio de los de antes, de los que aguantaban carros y carretas, de los de “hasta que la muerte nos separe”. No hay amantes (oposición) ni discusiones (pequeños desacuerdos en actuaciones desafortunadas) que puedan con semejante amor.
En el término real de la palabra no hay montones de relaciones así, pero extrapolando el tema a la política, podríamos escribir una buena tesis sobre el amor electoral.
Ahora en época de campaña las ciudades se visten como si fuera San Valentín, cambiando corazones por carteles. La gente lleva las fotos de los seres amados consigo, los candidatos no regalan flores ni bombones, pero sí pegatinas, chapas, e innovadores inventos que el marketing se ocupa de preparar en estas fechas tan señaladas.
Por supuesto, este amor es ciego(excepto en los votantes racionales, que pueden ser confundidos con los picaflor a los que todo les da igual, o los indecisos, aquellos con miedo al compromiso). Dan igual los malos momentos, acaban tomándolos como algo suyo, porque en pareja todo se comprarte, y en muchos casos no es que les defiendan porque están de acuerdo, sino que están de acuerdo para poder defenderles.
Lo bueno de este amor es que, si se quiere, se puede evitar el desengaño, se puede seguir viviendo en una nube. Hay medios y personal dispuesto a ayudar a que esa magia no muera, disculpando los fallos, acentuando las cualidades positivas, haciendo ver al mundo lo mejor de esa persona. ¿No es esto una gran parte de aquello que llamamos amor?

El problema es cuando los enamorados no son solamente potenciales votantes, sino líderes de opinión y, sobre todo, medios de comunicación, que tratarán de que nos enamoremos tanto como ellos. Y es que el amor, como cualquier emoción, es lo que más vende.




Como ejemplo, aquí dejo uno de esos “amores” (una parodia, en este caso) que venden... El problema es cuando esto no es una broma ni un programa de humor, sino algo más real en un contexto en el que los enamorados, sensibles y pasionales, pueden dejarse caer olvidando que no solo se vota con el corazón. Debemos recordar siempre la suma de muchos votos saldrá algo que determinará en gran medida nuestra vida, y nadie vive solo con la razón ni solo con la emoción, sino con el equilibrio, más o menos perfecto, de las dos fuerzas.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Un mundo de película


Hollywood prepara una película sobre la vida y muerte de Osama bin Laden. No podía ser menos. No falta mucho para que la historia se estudie en el cine y no en los libros. Y si ya estos pueden ser subjetivos (porque en muchos casos cuentan solo una versión de los hechos, normalmente la del bando ganador), no digamos la deformación que puede generarse del paso de realidad a celuloide.

¿O quizás no tanta? Porque más importante (en la práctica) que la realidad es la percepción que la gente tiene de ella. Y parece que últimamente la realidad se ha transformado en una película. Estados Unidos es el ejemplo perfecto (con razón mucha gente cuando viaja allí afirma sentirse como en un decorado de cine). Hace menos de una semana la población clamaba contra Obama, reclamando más reformas sociales, criticando las ya existentes y, sobre todo, criticando la crisis económica que vive el país y, por supuesto, el paro que esto genera. Pero una noche, en cuestión de minutos, los alrededores de la Casa Blanca se llenaron de gente que celebraba una muerte (¿un asesinato? Habrá un transfondo y un contexto, pero el nombre técnico es asesinato) como una victoria deportiva, haciendo ondear banderas, llenando el cielo de barras y estrellas y coreando sin parar “USA, USA!”. Pocas horas después, los índices de popularidad de Obama crecieron nueve puntos (pasando del 47% al 56%), un dato muy significativo teniendo en cuenta que el motivo es una sola acción. Atrás quedan el resto de problemas que le hicieron bajar en las encuestas. Muy bien, pero ahora a mantenerse. Y a poder ser, no de la misma forma. En cualquier caso, todo lo que sube baja, y el más mínimo error volverá a quitarle puntos. No es habitual recuperar popularidad tan pronto y de golpe, esta ha sido una situación excepcional que no dice demasiado a favor de los ciudadanos.
La sociedad ha hablado, han dejado claro que quiere actuaciones de película...de acción en este caso. Igual que los finales de películas de amor, como la boda del príncipe Guillermo, esto es loq ue vende.

Hay un grupo de facebook llamado “A prince gets married, the bad guy is dead. It's a real Disney weekend” (“Un príncipe se casa, el chico malo está muerto. Es un verdadero fin de semana Disney”)

¿Pero de verdad queremos vivir (o creer que vivimos) en el mundo Disney?



lunes, 2 de mayo de 2011

Esto acaba... Acaba de empezar

Me remito a una frase del Doctor House: “Morir es sencillo, vivir es difícil”.
Se dió la opción a Osama Bin Laden de entregarse, cosa que no aceptó. Pero entre la entrega voluntaria y la pena de muerte instantánea hay una posibilidad que alguien debería haberse planteado: la detención. ¿No hubiese sido mejor apresarle, llevarle a juicio (mero trámite, y más en EEUU) y que pague en la cárcel? Se le mata y ya está, a otra cosa... Ya sé que tuvo el mismo castigo que gente que no lo merecía, las víctimas de los atentados pero... Hay alguien que lo pasa peor que los fallecidos: sus familias y amigos. Es ese dolor el que ha de padecer alguien que ha hecho tanto daño, no una salida fácil. No se entregó porque no quiso vivir eso, sabía que la otra opción era la muerte y fue lo que escogió... ¿Pero desde cuándo se permite a los terroristas internacionales escoger? Y no hablemos de lecciones ejemplarizantes: una red terrorista plagada de efectivos suicidas no va a aprender de una muerte, simplemente se tomarán represalias (¿Decapitando la organización se la extermina? Eso era antes, estamos hablando de un grupo terrorista que marcó un antes y un después en cuanto a niveles y esquemas organizativos), pero no se verá lo que es pagar en (y no con) la vida por los crímenes...

En otro orden de cosas, dar por verdadera una foto falsa para demostrar una información verdadera es un error, pero es un error provocado por la sociedad del “homo videns”: si no se veía al cadáver, no existía, y no se pudo esperar a demostrarse de esa u otra manera (no voy a entrar en el terreno ético de publicar fotos de fallecidos, pero la familia el cadáver de esa imagen podría emprender acciones legales no solo por el tema de la publicación de la foto, sino de identificarlo como otra persona, el líder de un grupo terrorista internacional, nada menos). Aquí está la demostración de que la mayor parte de los fracasos vienen por querer adelantar la hora del éxito. No es un fracaso, pero el haberse precipitado al dar (y demostrar) una noticia que llevaba casi diez años esperándose es el primer punto negro en un tema que hoy ya es parte de la historia, pero que aún va a dar mucho que hablar. Si el emisor se precipita, el receptor también. Nos espera más de una sorpresa. Y el que avisa no es traidor.