lunes, 22 de febrero de 2016

Los nuevos Príncipes de Maquiavelo: el carisma de los villanos en cine y televisión


Obra política de referencia dónde las haya, El príncipe, de Nicolás Maquiavelo ha sido herramienta y biblia de muchos gobernantes a lo largo de la historia. Fuera de forma más o menos reconocida, más o menos cuestionable, las enseñanzas del filósofo y diplomático han sobrevivido a su época y se han convertido en atemporales.. Y en universales. No solo el que sostiene el cetro ha hecho caso de las directrices marcadas en este tratado; desde las reuniones de consejos de aministración hasta familias “gobernadas” por una figura autoritaria (sin entrar en cuestiones de género, ya que hay tanto príncipes como princesas), el maquiavelismo se ha dejado sentir en todos los niveles sociales.
Siendo el cine y la televisión reflejos del mundo real en cuanto a la psicología personal y social, no podían faltar figuras que, siendo completamente distintas al modelo absoluto propuesto, encarnan una o más características básicas del príncipe, haciendo que no solo esta figura se normalice, sino también consiguiendo legiones de fans en muchas ocasiones; quizás no querríamos tenerles en el apartamento de enfrente tendiendo la ropa en el patio o viniendo a pedir sal, pero el psicópata o sociópata encantador existe y es amado, si bien no siempre comprendido. Aquí tenemos algunos casos:
* Varios de los ejemplos provienen de obras literarias y sus adaptaciones al cine y la televisión, tomándose estas historias audiovisuales como referencia

Loki
El Príncipe debe ser antes temido que amado, puesto que al no poder ser las dos cosas a la vez, resulta más seguro ser lo primero.


La personalidad del hermano adoptivo de Thor es mucho más compleja de lo que parece. Sus maneras dictatoriales (que he analizado aquí en el pasado) tienen un transfondo de necesidad afectiva que no pudo satisfacer. Lo que en un principio eran celos de la popularidad del que creía su hermano se convirtió en odio al saber que realmente él no pertenecía a Asgard y, por tanto, no era hijo de Odín: este prefería a Thor porque era su verdadero hijo, Loki era un “prisionero de guerra”. Tras tratar de conseguir su aprobación con medidas drásticas una vez más, Loki se rindió y, como se observa en Los Vengadores, se transforma en un verdadero tirano. Considera que no puede llegar a ser amado y decide que, al menos, será respetado por medio del miedo. Durante los eventos ocurridos en Thor: El Mundo Oscuro se nos comienza a mostrar la verdadera naturaleza de Loki pero ese sentimiento de inferioridad sobrecompensado con su comportamiento enfurecido y frustrado no desaparece.

Cersei Lannister
Debe escoger bien a los ministros, procurándose su lealtad incondicional y evitando que el subalterno se plantee una conspiración.


Ella misma lo dice: “Cuando juegas al juego de tronos, o ganas o mueres”. Puede que Cersei no lleve la corona pero ha intentado gobernar desde que se convirtió en reina, consiguiéndolo parcialmente al convertirse en “reina madre”. Si bien no podía controlar del todo a Joffrey (y parece que alguien tiene más influencia sobre Tommen), su puesto privilegiado en el Consejo le dió la oportunidad de elegir colaboradores que no fuesen a traicionarla en un principio, apartándolos inmediatamente la mínima sospecha. Pero tal como le decía a Joffrey, “todos menos nosotros son el enemigo”, su paranoia (basada incluso en profecías) fue aumentando hasta sospechar de todos, condenar a quién le convenía como medida preventiva e ir volviéndose más torpe en sus manipulaciones como consecuencia de su estado mental alterado. No es el primer caso que la locura conspiranoica se adueña del gobernante: sin ir más lejos, el último rey Targaryen, Aerys, era conocido como “el Rey Loco” y sus acciones de “guerra” preventiva contra sus presuntos enemigos acabaron desencadenando una serie de acontecimientos que todavía tienen una gran influencia en el “presente” de la trama.

Moriarty
El Príncipe debe procurarse fama de cruel.


Es la némesis de Sherlock Holmes, su igual y su contrario, su reflejo en el espejo. Si bien al principio está oculto e incluso llega a infiltrarse en el círculo de Sherlock, en cuanto se revela inicia un reinado del terror mediante crímenes y atentados que hace que nadie tenga duda de quién es el villano aquí. SPOILERS HASTA EL ESPECIAL DE NAVIDAD, INCLUÍDO Pero ¿qué es Moriarty? Sabemos (¿sabemos? Parece que esta vez sí) que Jim está muerto pero Moriarty vive. Su sola imagen (“Did you miss me?”) genera el pánico en las altas esferas de Inglaterra. Parece que Moriarty es algo más que una persona, Moriarty podría ser un colectivo, una tela de araña en la cual Jim podía ser el titiritero o solamente una marioneta más. Tendremos que esperar para descubrirlo pero si algo está claro es que Moriarty es príncipe, rey y hasta reina, si esto incluye probarse las joyas de la corona.



Gregory House
El fin justifica los medios


Pasamos de la némesis de Holmes a su casi alter ego médico. No todo van a ser villanos; House es, como mucho, un antihéroe que emplea prácticas de dudosa ética a la hora de resolver sus casos. Pero evidentemente, aunque siempre se vea rodeado de polémica y en algunas ocasiones le traiga problemas (por ejemplo, que algún familiar del paciente le haya agredido físicamente o que un detective la tomase con él y denunciase su extrema posesión de vicodina), difícilmente se le acaba condenando, pues su fin justificable es salvar una vida. Desde el allanamiento de morada para conocer más cosas del enfermo hasta despertar a un paciente que llevaba veinte años en coma o disparar a un cadáver, el camino a la curación del enfermo pasa por caminos moralmente complejos. Para lo que ya no es tan justificable el comportamiento maquiavélico del doctor es en sus estrategias para conseguir vicodina, sustancia a la que es adicto debido a los fuertes dolores que padece en la pierna derecha. House no ha dudado en falsificar las recetas de sus compañeros o chantajearles para conseguir el medicamento. Su argucia más extrema fue fingir un cáncer para que le administrasen un nuevo tratamiento contra el dolor en Houston.

Saruman
Que no se aparte del bien mientras pueda, pero en caso de necesidad que no titubee en entrar en el mal.

El otro gran mago de la saga de El Señor de los Anillos es un ejemplo de cómo un ser honorable considerado “un grande entre los sabios” puede corromperse y rechazar toda oportunidad de redención. Su motivo no es solamente el habitual de todos aquellos que se pasan al lado oscuro en la saga (el ansia por poseer el anillo único), sino también el miedo a Sauron, al que decide unirse para recuperar el anillo y conquistar la Tierra Media. No obstante, es posible que en su proceso de corrupción hubiese elementos ajenos a su voluntad (si Saruman utilizó sus poderes psíquicos para ese fin). Probablemente hay un poco de todo, puesto que no hacía falta la intermediación de nadie para desear el anillo, este en sí mismo, con su sola existencia y / o proximidad lograba atraer a todos aquellos con una mínima debilidad (incluso los considerados héroes de la saga llegan a estar a punto de sucumbir a él). En el caso de Saruman, no le hace falta ver el anillo, su ansia por recuperarlo (quizás para Sauron, quizás para sí mismo) le nubla la razón y no duda en traicionar a los suyos e iniciar una guerra con el fin de acabar con aquellos que se oponían a su causa.

Gru y los Minions
Debe escoger bien a los ministros, procurándose su lealtad incondicional y evitando que el subalterno se plantee una conspiración.


Los Minions son tan adorables que se nos olvida de qué lado estuvieron durante la mayor parte de su existencia. Los conocimos al servicio de Gru (que empieza como villano, si bien luego acaba reformándose) pero en secuela dedicada a ellos, podemos ver que a lo largo de su historia siempre se han dedicado a servir a “los malos”: desde el Tirasosaurius Rex hasta el Conde Drácula, incluso a Napoleón, los Minions han dedicado sus vidas a la búsqueda del tirano perfecto. No parece existir maldad en ellos, incluso se les presupone poca voluntad propia, por tanto es un misterio por qué elegían siempre servir al mal... Aunque durante poco tiempo: su torpeza hacía que sus amos les durasen un suspiro, acabando con ellos “sin querer”. La excepción fue Gru, para quién trabajaron cuando era un villano... Y también cuando dejó de serlo, ayudándole incluso en su camino hacia el bien, sin cuestionar que se hubiese vuelto blando. Desde la perspectiva maquiavélica, comenzaron muy bien pero esta impasibilidad y adaptación a un amo que cambió radicalmente su forma de ser convirtiéndose en el bueno de la historia no les hubiese valido de mucho con un verdadero Príncipe... Porque Gru no lo es. Si lo fue en algún momento, en el proceso que se narra en la primera película va incumpliendo todos y cada uno de los consejos que Maquiavelo le hubiese dado (deshacerse de aquellos que le ayudaron a llegar a la cima, ser antes temido que amado, incumplir sus promesas, etc.). Pero este es el punto de la historia, si bien al italiano lo hubiese gustado, la redención es posible.

Estos son solo algunos ejemplos de personajes de los que Maquiavelo estaría orgulloso en algún punto y todos tienen legiones de fans. ¿Es que ahora nos atrae el malo de la película? Los sociólogos y psicólogos que estudian este reciente fenómeno del “triunfo del canalla” no se atreven a decir tanto, pero coinciden en que es normal que la gente ponga sus ojos en un tipo políticamente incorrecto y a pesar de todo les guste lo que ven. Las razones son muchas, pero la principal es que estos “anti-héroes” actúan como a muchos les gustaría en la vida real, rompiendo unas normas que, de atreverse, la mayoría se saltaría en la vida real.

 Además, hay que tener en cuenta que para ser malo no vale cualquiera. El villano tiene que tener carisma, seguridad en sí mismo y una inteligencia que sobresalga (maquinar maldades tiene su dificultad). Y resulta que estas son algunas de las cualidades más valoradas en la sociedad. Que eso traiga aparejadas otras características y, al final, consecuencias no tan buenas no importa tanto... Siempre que haya una pantalla de por medio.

martes, 16 de febrero de 2016

Patriotismo desde la cuna: Disney y la idealización del American Way of Life

Durante la Segunda Guerra Mundial, Walt Disney estuvo involucrado en la producción de películas propagandísticas para el Gobierno de Estados Unidos. Su carácter familiar fue decisivo para la expansión de la imagen pro-americana y la responsabilidad patriótica de apoyar a las tropas que daban su vida por la patria. Más que conocido es su corto Der Fuehrer's Face, inicialmente titulado Donald Duck in Nutzi Land (jugando con la similitud fonética entre nazi y “nuts”, término coloquial para “loco”, por lo que significaría “tierra nazi” o “tierra de locos”) en el que se muestra la pesadilla del personaje, que se encuentra trabajado en una fábrica de la Alemania nazi. Con este tipo de trabajos se buscaba demonizar aún más al enemigo y, de paso, recaudar más dinero con la venta de bonos de guerra para la causa.



Esta labor propagandística fue continuada durante la Guerra Fría. La diferencia radica en que los mensajes fueron más sutiles durante este período. Esta fórmula resulta especialmente interesante, ya que se trataba de productos audiovisuales destinados a niños, nadie sospecharía que fuese a insertarse aquí contenido político pero la verdad es que sutiles referencias ideológicas fueron escondidas con el fin de llegar a los padres, que llevaban a sus hijos al cine sin ninguna sospecha de que habría más que una inocente historia animada.
Las tramas de las películas producidas durante este período, así como sus moralejas, tenían un significado que, por una parte los niños podían interiorizar y acabar relacionando con eventos reales a medida que crecían y, por otra, los padres lo identificaban inconscientemente con la realidad que se vivía. Por ejemplo Mickey y las Judías Mágicas narraba la historia de los habitantes de “Valle Feliz”, que debían enfrentarse a un temperamental gigante con el fin de restablecer la paz y la armonía. Más directa resulta La Bruja Novata, ambientada en el contexto bélico y cuya trama se basa en utilizar la magia para poner fin a la guerra. Incluso en la adaptación de Alicia en el País de las Maravillas pueden encontrarse referencias a la historia de la posguerra y la situación de cada bando.
También se creó el “Mickey Mouse Club” (1955), un show de variedades para televisión, de forma que Disney salía de los cines para llegar a las casas a través de la pequeña pantalla, superando lo esporádico de los largometrajes siendo semanal o diario. Incluso el concepto “club”, si bien no se trataba de un club al uso, generaba un sentimiento de pertenencia, de formar parte de un colectivo especial y distinto... Exactamente lo que el patriotismo americano fomentaba cada vez con más fuerza
No obstante, Disney no se quedó solo en las pantallas, sino que dio el salto a la vida “real” creando un parque en el que los adultos podrían divertirse tanto como los niños, donde las familias podrían disfrutar juntas en un ambiente seguro, limpio y estimulante, con el fin de olvidar los horrores que acababan de padecer y cuyos coletazos proseguían en la posguerra. Con este objetivo nació Disneyland, diseñado para representar períodos específicos de la historia, mundos fantásticos y esperanzas para el futuro. Walt Disney pretendía que cada atracción estuviese llena de autenticidad para crear atmósfera a través de referencias a la cultura y tradición americanas. En sus propias palabras (durante la inauguración del primer parque temático), “Disneyland está dedicado a los ideales, los sueños y las duras vivencias que han creado América, con la esperanza de ser fuente de alegría e inspiración para todo el mundo”.



Queda claro que el mundo Disney siempre es más complejo de lo que parece; si bien hoy por hoy estamos presenciando la inclusión de nuevos cánones (protagonistas afroamericanos, historias de princesas que no acaban necesariamente en boda...), la cual constituye un avance de cara a una mayor representación de los colectivos sociales y la realidad actual, mirando al pasado también podemos encontrar una radiografía de la época. El universo creado por Walt Disney no era solamente entretenimiento de 90 minutos o un día en el parque: era una forma de vida. Podría montarse un videoclip del himno americano en base a escenas de su filmografía, los parques temáticos son un monumento a Estados Unidos y varias generaciones han crecido con los cuentos patrióticos más coloristas. ¿Moraleja? Que cada uno saque sus conclusiones. In Disney we trust.