Obra política de referencia dónde las haya, El príncipe, de Nicolás Maquiavelo ha sido herramienta y biblia de muchos gobernantes a lo largo de la historia. Fuera de forma más o menos reconocida, más o menos cuestionable, las enseñanzas del filósofo y diplomático han sobrevivido a su época y se han convertido en atemporales.. Y en universales. No solo el que sostiene el cetro ha hecho caso de las directrices marcadas en este tratado; desde las reuniones de consejos de aministración hasta familias “gobernadas” por una figura autoritaria (sin entrar en cuestiones de género, ya que hay tanto príncipes como princesas), el maquiavelismo se ha dejado sentir en todos los niveles sociales.
Siendo el cine y la televisión reflejos del mundo real en cuanto a
la psicología personal y social, no podían faltar figuras que,
siendo completamente distintas al modelo absoluto propuesto, encarnan
una o más características básicas del príncipe, haciendo que no
solo esta figura se normalice, sino también consiguiendo legiones de
fans en muchas ocasiones; quizás no querríamos tenerles en el
apartamento de enfrente tendiendo la ropa en el patio o viniendo a
pedir sal, pero el psicópata o sociópata encantador existe y es
amado, si bien no siempre comprendido. Aquí tenemos algunos casos:
* Varios de los ejemplos provienen de obras literarias y sus
adaptaciones al cine y la televisión, tomándose estas historias
audiovisuales como referencia
Loki
El Príncipe debe ser antes temido que amado, puesto que al no poder ser las dos cosas a la vez, resulta más seguro ser lo primero.
La personalidad del hermano adoptivo de Thor es mucho más compleja
de lo que parece. Sus maneras dictatoriales (que he analizado aquí
en el pasado) tienen un transfondo de necesidad afectiva que no pudo
satisfacer. Lo que en un principio eran celos de la popularidad del
que creía su hermano se convirtió en odio al saber que realmente él
no pertenecía a Asgard y, por tanto, no era hijo de Odín: este
prefería a Thor porque era su verdadero hijo, Loki era un
“prisionero de guerra”. Tras tratar de conseguir su aprobación
con medidas drásticas una vez más, Loki se rindió y, como se
observa en Los Vengadores, se transforma en un
verdadero tirano. Considera que no puede llegar a ser amado y decide
que, al menos, será respetado por medio del miedo. Durante los
eventos ocurridos en Thor: El Mundo Oscuro se nos comienza a
mostrar la verdadera naturaleza de Loki pero ese sentimiento de
inferioridad sobrecompensado con su comportamiento enfurecido y
frustrado no desaparece.
Cersei Lannister
Debe escoger bien a los ministros, procurándose su lealtad
incondicional y evitando que el subalterno se plantee una
conspiración.
Ella misma lo dice: “Cuando juegas al juego de tronos, o ganas o
mueres”. Puede que Cersei no lleve la corona pero ha intentado
gobernar desde que se convirtió en reina, consiguiéndolo
parcialmente al convertirse en “reina madre”. Si bien no podía
controlar del todo a Joffrey (y parece que alguien tiene más
influencia sobre Tommen), su puesto privilegiado en el Consejo le dió
la oportunidad de elegir colaboradores que no fuesen a traicionarla
en un principio, apartándolos inmediatamente la mínima sospecha.
Pero tal como le decía a Joffrey, “todos menos nosotros son el
enemigo”, su paranoia (basada incluso en profecías) fue aumentando
hasta sospechar de todos, condenar a quién le convenía como medida
preventiva e ir volviéndose más torpe en sus manipulaciones como
consecuencia de su estado mental alterado. No es el primer caso que
la locura conspiranoica se adueña del gobernante: sin ir más lejos,
el último rey Targaryen, Aerys, era conocido como “el Rey Loco”
y sus acciones de “guerra” preventiva contra sus presuntos
enemigos acabaron desencadenando una serie de acontecimientos que
todavía tienen una gran influencia en el “presente” de la trama.
Moriarty
El Príncipe debe procurarse fama de cruel.
Es la némesis de Sherlock Holmes, su igual y su contrario, su
reflejo en el espejo. Si bien al principio está oculto e incluso
llega a infiltrarse en el círculo de Sherlock, en cuanto se revela
inicia un reinado del terror mediante crímenes y atentados que hace
que nadie tenga duda de quién es el villano aquí. SPOILERS
HASTA EL ESPECIAL DE NAVIDAD, INCLUÍDO Pero ¿qué es
Moriarty? Sabemos (¿sabemos? Parece que esta vez sí) que Jim está
muerto pero Moriarty vive. Su sola imagen (“Did you miss me?”)
genera el pánico en las altas esferas de Inglaterra. Parece que
Moriarty es algo más que una persona, Moriarty podría ser un
colectivo, una tela de araña en la cual Jim podía ser el titiritero
o solamente una marioneta más. Tendremos que esperar para
descubrirlo pero si algo está claro es que Moriarty es príncipe,
rey y hasta reina, si esto incluye probarse las joyas de la corona.
Gregory House
El fin justifica los medios
Pasamos de la némesis de Holmes a su casi alter ego médico. No todo
van a ser villanos; House es, como mucho, un antihéroe que emplea
prácticas de dudosa ética a la hora de resolver sus casos. Pero
evidentemente, aunque siempre se vea rodeado de polémica y en
algunas ocasiones le traiga problemas (por ejemplo, que algún
familiar del paciente le haya agredido físicamente o que un
detective la tomase con él y denunciase su extrema posesión de
vicodina), difícilmente se le acaba condenando, pues su fin
justificable es salvar una vida. Desde el allanamiento de morada para
conocer más cosas del enfermo hasta despertar a un paciente que
llevaba veinte años en coma o disparar a un cadáver, el camino a la
curación del enfermo pasa por caminos moralmente complejos. Para lo
que ya no es tan justificable el comportamiento maquiavélico del
doctor es en sus estrategias para conseguir vicodina, sustancia a la
que es adicto debido a los fuertes dolores que padece en la pierna
derecha. House no ha dudado en falsificar las recetas de sus
compañeros o chantajearles para conseguir el medicamento. Su argucia
más extrema fue fingir un cáncer para que le administrasen un nuevo
tratamiento contra el dolor en Houston.
Saruman
Que no se aparte del bien mientras pueda, pero en caso de
necesidad que no titubee en entrar en el mal.
El otro gran mago de la saga de El Señor de los Anillos es un
ejemplo de cómo un ser honorable considerado “un grande entre los
sabios” puede corromperse y rechazar toda oportunidad de redención.
Su motivo no es solamente el habitual de todos aquellos que se pasan
al lado oscuro en la saga (el ansia por poseer el anillo único),
sino también el miedo a Sauron, al que decide unirse para recuperar
el anillo y conquistar la Tierra Media. No obstante, es posible que
en su proceso de corrupción hubiese elementos ajenos a su voluntad
(si Saruman utilizó sus poderes psíquicos para ese fin).
Probablemente hay un poco de todo, puesto que no hacía falta la
intermediación de nadie para desear el anillo, este en sí mismo,
con su sola existencia y / o proximidad lograba atraer a todos
aquellos con una mínima debilidad (incluso los considerados héroes
de la saga llegan a estar a punto de sucumbir a él). En el caso de
Saruman, no le hace falta ver el anillo, su ansia por recuperarlo
(quizás para Sauron, quizás para sí mismo) le nubla la razón y no
duda en traicionar a los suyos e iniciar una guerra con el fin de
acabar con aquellos que se oponían a su causa.
Gru y los Minions
Debe escoger bien a los ministros, procurándose su lealtad
incondicional y
evitando que el subalterno se plantee una
conspiración.
Los Minions son tan adorables que se nos olvida de qué lado
estuvieron durante la mayor parte de su existencia. Los conocimos al
servicio de Gru (que empieza como villano, si bien luego acaba
reformándose) pero en secuela dedicada a ellos, podemos ver que a lo
largo de su historia siempre se han dedicado a servir a “los
malos”: desde el Tirasosaurius Rex hasta el Conde Drácula, incluso
a Napoleón, los Minions han dedicado sus vidas a la búsqueda del
tirano perfecto. No parece existir maldad en ellos, incluso se les
presupone poca voluntad propia, por tanto es un misterio por qué
elegían siempre servir al mal... Aunque durante poco tiempo: su
torpeza hacía que sus amos les durasen un suspiro, acabando con
ellos “sin querer”. La excepción fue Gru, para quién trabajaron
cuando era un villano... Y también cuando dejó de serlo, ayudándole
incluso en su camino hacia el bien, sin cuestionar que se hubiese
vuelto blando. Desde la perspectiva maquiavélica, comenzaron muy
bien pero esta impasibilidad y adaptación a un amo que cambió
radicalmente su forma de ser convirtiéndose en el bueno de la
historia no les hubiese valido de mucho con un verdadero Príncipe...
Porque Gru no lo es. Si lo fue en algún momento, en el proceso que
se narra en la primera película va incumpliendo todos y cada uno de
los consejos que Maquiavelo le hubiese dado (deshacerse de aquellos
que le ayudaron a llegar a la cima, ser antes temido que amado,
incumplir sus promesas, etc.). Pero este es el punto de la historia,
si bien al italiano lo hubiese gustado, la redención es posible.
Estos son solo algunos ejemplos de personajes de los que Maquiavelo
estaría orgulloso en algún punto y todos tienen legiones de fans.
¿Es que ahora nos atrae el malo de la película? Los sociólogos y
psicólogos que estudian este reciente fenómeno del “triunfo del
canalla” no se atreven a decir tanto, pero coinciden en que es
normal que la gente ponga sus ojos en un tipo políticamente
incorrecto y a pesar de todo les guste lo que ven. Las razones son
muchas, pero la principal es que estos “anti-héroes” actúan
como a muchos les gustaría en la vida real, rompiendo unas normas
que, de atreverse, la mayoría se saltaría en la vida real.
Además, hay que tener en cuenta que para ser malo no vale
cualquiera. El villano tiene que tener carisma, seguridad en sí
mismo y una inteligencia que sobresalga (maquinar maldades tiene su
dificultad). Y resulta que estas son algunas de las cualidades más
valoradas en la sociedad. Que eso traiga aparejadas otras
características y, al final, consecuencias no tan buenas no importa
tanto... Siempre que haya una pantalla de por medio.