lunes, 2 de mayo de 2011

Esto acaba... Acaba de empezar

Me remito a una frase del Doctor House: “Morir es sencillo, vivir es difícil”.
Se dió la opción a Osama Bin Laden de entregarse, cosa que no aceptó. Pero entre la entrega voluntaria y la pena de muerte instantánea hay una posibilidad que alguien debería haberse planteado: la detención. ¿No hubiese sido mejor apresarle, llevarle a juicio (mero trámite, y más en EEUU) y que pague en la cárcel? Se le mata y ya está, a otra cosa... Ya sé que tuvo el mismo castigo que gente que no lo merecía, las víctimas de los atentados pero... Hay alguien que lo pasa peor que los fallecidos: sus familias y amigos. Es ese dolor el que ha de padecer alguien que ha hecho tanto daño, no una salida fácil. No se entregó porque no quiso vivir eso, sabía que la otra opción era la muerte y fue lo que escogió... ¿Pero desde cuándo se permite a los terroristas internacionales escoger? Y no hablemos de lecciones ejemplarizantes: una red terrorista plagada de efectivos suicidas no va a aprender de una muerte, simplemente se tomarán represalias (¿Decapitando la organización se la extermina? Eso era antes, estamos hablando de un grupo terrorista que marcó un antes y un después en cuanto a niveles y esquemas organizativos), pero no se verá lo que es pagar en (y no con) la vida por los crímenes...

En otro orden de cosas, dar por verdadera una foto falsa para demostrar una información verdadera es un error, pero es un error provocado por la sociedad del “homo videns”: si no se veía al cadáver, no existía, y no se pudo esperar a demostrarse de esa u otra manera (no voy a entrar en el terreno ético de publicar fotos de fallecidos, pero la familia el cadáver de esa imagen podría emprender acciones legales no solo por el tema de la publicación de la foto, sino de identificarlo como otra persona, el líder de un grupo terrorista internacional, nada menos). Aquí está la demostración de que la mayor parte de los fracasos vienen por querer adelantar la hora del éxito. No es un fracaso, pero el haberse precipitado al dar (y demostrar) una noticia que llevaba casi diez años esperándose es el primer punto negro en un tema que hoy ya es parte de la historia, pero que aún va a dar mucho que hablar. Si el emisor se precipita, el receptor también. Nos espera más de una sorpresa. Y el que avisa no es traidor.  



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