Durante
la Segunda Guerra Mundial, Walt Disney estuvo involucrado en la
producción de películas propagandísticas para el Gobierno de
Estados Unidos. Su carácter familiar fue decisivo para la expansión
de la imagen pro-americana y la responsabilidad patriótica de apoyar
a las tropas que daban su vida por la patria. Más que conocido es su
corto Der Fuehrer's Face,
inicialmente
titulado Donald Duck in
Nutzi Land (jugando
con la similitud fonética
entre nazi y “nuts”, término coloquial para “loco”, por
lo que significaría
“tierra nazi” o “tierra de locos”) en el que se muestra la
pesadilla del personaje, que se encuentra trabajado en una fábrica
de la Alemania nazi. Con
este tipo de trabajos se buscaba demonizar aún más al enemigo y, de
paso, recaudar más dinero con la venta de bonos de guerra para la
causa.
Esta
labor propagandística fue continuada durante la Guerra Fría. La
diferencia radica en que los mensajes fueron más sutiles durante
este período. Esta fórmula resulta especialmente interesante, ya
que se trataba de productos audiovisuales destinados a niños, nadie
sospecharía que fuese a insertarse aquí contenido político pero
la verdad es que sutiles referencias ideológicas fueron escondidas
con el fin de llegar a los padres, que llevaban a sus hijos al cine
sin ninguna sospecha de que habría más que una inocente historia
animada.
Las
tramas de las películas producidas durante este período, así como
sus moralejas, tenían un significado que, por una parte los niños
podían interiorizar y acabar relacionando con eventos reales a
medida que crecían y, por otra, los padres lo identificaban
inconscientemente con la realidad que se vivía. Por ejemplo Mickey
y las Judías Mágicas narraba la historia de los habitantes de
“Valle Feliz”, que debían enfrentarse a un temperamental gigante
con el fin de restablecer la paz y la armonía. Más directa resulta
La Bruja Novata, ambientada en el contexto bélico y
cuya trama se basa en utilizar la magia para poner fin a la guerra.
Incluso en la adaptación de Alicia en el País de las Maravillas
pueden encontrarse referencias a la historia de la posguerra y la
situación de cada bando.
También
se creó el “Mickey Mouse Club” (1955), un show de variedades
para televisión, de forma que Disney salía de los cines para llegar
a las casas a través de la pequeña pantalla, superando lo
esporádico de los largometrajes siendo semanal o diario. Incluso el
concepto “club”, si bien no se trataba de un club al uso,
generaba un sentimiento de pertenencia, de formar parte de un
colectivo especial y distinto... Exactamente lo que el patriotismo
americano fomentaba cada vez con más fuerza
No
obstante, Disney no se quedó solo en las pantallas, sino que dio el
salto a la vida “real” creando un parque en el que los adultos
podrían divertirse tanto como los niños, donde las familias podrían
disfrutar juntas en un ambiente seguro, limpio y estimulante, con el
fin de olvidar los horrores que acababan de padecer y cuyos coletazos
proseguían en la posguerra. Con este objetivo nació Disneyland,
diseñado para representar períodos específicos de la historia,
mundos fantásticos y esperanzas para el futuro. Walt Disney
pretendía que cada atracción estuviese llena de autenticidad para
crear atmósfera a través de referencias a la cultura y tradición
americanas. En sus propias palabras (durante la inauguración del
primer parque temático), “Disneyland está dedicado a los ideales,
los sueños y las duras vivencias que han creado América, con la
esperanza de ser fuente de alegría e inspiración para todo el
mundo”.
Queda
claro que el mundo Disney siempre es más complejo de lo que parece;
si bien hoy por hoy estamos presenciando la inclusión de nuevos
cánones (protagonistas afroamericanos, historias de princesas que no
acaban necesariamente en boda...), la cual constituye un avance de
cara a una mayor representación de los colectivos sociales y la
realidad actual, mirando al pasado también podemos encontrar una
radiografía de la época. El universo creado por Walt Disney no era
solamente entretenimiento de 90 minutos o un día en el parque: era
una forma de vida. Podría montarse un videoclip del himno americano
en base a escenas de su filmografía, los parques temáticos son un
monumento a Estados Unidos y varias generaciones han crecido con los
cuentos patrióticos más coloristas. ¿Moraleja? Que cada uno saque
sus conclusiones. In Disney we trust.
No hay comentarios:
Publicar un comentario